In Seminarios

Invitación

Cada vez son más frecuentes las consultas de «pareja», llamadas habitualmente “terapia de pareja”. El campo del psicoanálisis, en nuestro caso, el lacaniano, ha dejado un vacío respecto a una transmisión de esta práctica. Presentaré en el espacio del Seminario “Práctica del comentario”, viernes 24 de agosto 13:00 hs., conducido por Eva Lerner, tres tiempos del recorrido de una serie de entrevistas.

Trataré de puntuar en esta ocasión, teniendo en cuenta la propuesta de «la función partenaire», lo que nos interroga respecto de intervenciones posibles en estos casos.

Gracias por invitarme Eva Lerner, al Seminario “Práctica del comentario”, tan fecundo y propicio para el intercambio y la transmisión. El tema propuesto para este año es un desafío a nuestros propios prejuicios, y al estímulo de la invención, sin los cuales la posición del analista corre el riesgo de burocratizarse.

Presentación de Función partenaire en una consulta de pareja

En el seminario La lógica del fantasma, cito a Lacan (19 de abril 1967, clase XVI):

“Como toda la experiencia nos enseña, el ser será llevado a la función de partenaire en esta prueba del acto sexual en la que es puesto el sujeto; la mujer tomará su valor de objeto de goce, pero al mismo tiempo miren lo que pasa? No se trata mas de “el goza”, sino de “el goza de”. El goce ha pasado de subjetivo a objetivo, al punto de deslizarse al sentido de la posesión, en la función típica, tal como tenemos que considerarla deductible de la incidencia del complejo de castración. Esta constituido de este milagro que hace del partenaire sexual un objeto fálico.” El hombre hace la ficción de función macho” “uno es lo que tiene”. “Tener o no tener” y después uno es lo que tiene. Y luego se tiene lo que es. Lo que es el objeto de deseo es la mujer.” Pero el que tiene no lo es y el que no lo tiene lo es.

En el seminario La Angustia en la clase del 21 de noviembre de 1962, Lacan nombra al analista como el partenaire.

A propósito de la afirmación “El deseo es el deseo del Otro”.

“Es por eso que la pregunta de el Otro que vuelve al sujeto del lugar donde espera su oráculo, bajo la redacción de un: Che vuoi? ¿qué quieres?, es la que conduce mejor al camino de su propio deseo, — si se pone, gracias al savoir-faire de un partenaire con el nombre de psicoanalista, a retomarla, aunque fuese sin saberlo bien, en el sentido de un: ¿Qué me quiere?”

¿Y por qué? No les dejaré esto como adivinanza. Si esto fuera decible, ¿qué es lo que diría yo por medio de eso? Yo digo al otro que, deseándolo, sin saberlo, sin duda, siempre sin saberlo, lo tomo por el objeto para mí mismo desconocido de mi deseo, es decir, en nuestra concepción del deseo, que yo lo identifico, que yo te identifico, a ti, a quien yo hablo, a ti mismo, al objeto que a ti mismo te falta, es decir que por ese circuito donde estoy obligado *a pasar*117, para alcanzar el objeto de mi deseo, cumplo justamente para él lo que él busca. Es precisamente así que, inocentemente o no, si tomo ese rodeo, el otro como tal, objeto aquí, obsérvenlo, de mi amor, caerá forzosamente en mis redes.